jueves, diciembre 08, 2011

¿Se están convirtiendo los ereaders en commodities?

Periódicamente, tanto miembros del colectivo de las personas que me aprecian como del de sus antagonistas y de los indiferentes me acusan de usar con alegría displicente términos del inglés. Y tienen razón: la lingua franca de lo que llevamos de siglo es el inglés, y tiene pinta de seguir así una larga temporada. Tanto para mis intereses profesionales como para los personales, los neologismos que surgen de continuo nacen en el inglés y ahí se quedan.

Pero este no ha sido el caso de commodity. Estoy corriendo el riesgo de que Jordi Balcells o algún otro de su ralea (incluida mi esposa) se me tire al cuello con alguna traducción quirúrgica, pero no me rendiré sin luchar: considero que no hay un término en castellano que encierre la exacta acepción contemporánea. Para chulo (Chulilla), yo, y para cachondo, mi abuelo, que murió de parto - commodity  en términos tecnológicos contemporáneos sería aquel producto tan asentado y dado por supuesto que no permite márgenes apreciables, es barato en términos de deseo y nadie puede tirarse el pisto enarbolándolo ante terceros en una barra de bar.

Sí, ya sé que commodity tiene un sentido anterior respecto a los bienes de consumo suministrados eficientemente por el mercado y sin diferenciación cualitativa decisiva. En mi defensa diré que estoy redactando esto con dos hijos y dos sobrinos a mi alrededor simulando accidentes como el del coyote cuando tropieza en las trampas que le tiende al correcaminos, lo que está afectando a mi concentración. Sea como fuere, toca hablar de ereaders.

Leo en ebooknewser que su Sony Reader Wifi se pone a 99$. En el sí mismo es una noticia estupenda: la apuesta de Amazon y sus reservas han forzado a la competencia a bajar los precios de continuo si quieren tener oportunidades reales de supervivencia. Han caído algunos fabricantes en el camino, pero eso suele suceder cuando se asienta un nuevo sector tecnológico. Personalmente, hubiera preferido que IREX hubieran continuado en actividad, por ejemplo, pero las cosas son como son.

Lo que no es tan evidente es que todo esto nace de que, para Amazon, sus Kindle son un medio para el fin que es vender ebooks y ganar la mayor cuota posible del mercado de los libros electrónicos. Sus beneficios en otras áreas les permiten vender con pérdidas, sabiendo que muchos de los compradores van a compensar esas pérdidas comprando ebooks. Y no lo critico: es una estrategia legal, que sólo funciona si tu competencia no encuentra ninguna etapa en la que te supera contundentemente y atrae a un público fiel. De momento, no ha sido el caso.

El resultado de la guerra de precios es que ha caido casi toda su competencia a nivel global. No olvido en ningún momento las ofertas recientes en España de Casa del Libro o de la FNAC, pero precisamente los precios con los que han abierto fuego eran impensables (menos de 200 euros???) antes de que se recrudeciera la guerra de precios allá por cuando salió el Kindle 3. Tanto para Casa del Libro como para la FNAC el ereader es, como para Amazon, un medio para un fin distinto: vender ebooks y captar cuota de mercado... antes de que sea demasiado tarde.

Sí, después de todo lo que ha llovido con Libranda. Allá cada uno.

Entiendo que los lectores intensivos somos un público relativamente minoritario. Y no es culpa de nadie, porque éste es el siglo del tsunami continuo de contenidos, donde lo único que falta es tiempo para dar cuenta de tantísimo contenido interesante, incluso después de que Google tuviera a bien castrarnos Google Reader.

Permitidme un pequeño momento abuelo-cebolleta: en los albores de mi mayoría de edad, allá por los 80, no me sobraba el dinero. Aunque no lo recordéis, España era un país bastante más pobre de lo que todavía parece ser la España de 2011. Como quiera que lo que leía no solía estar disponible en la red de bibliotecas populares, muchos de mis sábados y domingos eran de recorridos arriba y abajo por la cuesta de Moyano a la busca de un libro interesante que me pudiera pagar. Ni qué hablar de los documentales: mi única alternativa era estar muy atento a lo que echaban en La Dos y grabarlo, porque había tan poca oferta que, sí, tenía tiempo para visionarla más de una vez. Mi tiempo libre estaba ocupado en buena medida por los libros que iban acumulándose en mi biblioteca de ciencia ficción.

Ya no es el caso, claro. Leer, hoy, es un acto de afinidad y hasta de pura voluntad, de disciplina para hacer esperar a otros muchos contenidos interesantes, y de complicidad con un autor que debe merecerlo. Excepto si eres estudiante de ciencias sociales y te violentan y torturan con Bourdieus, Derridas y demás gentes de mal vivir, lo que no es mi caso desde hace mucho. Sea como fuere, la lectura forzosa de textos tan indigestos, mal paridos y peor pensados dejó huella en mi carácter. Imagino que no muy buena, pero de alguna manera me tenía que formar.

Lo que me llama la atención es que el lector voluntario esté dando por supuesto al ereader, o le estén fomentando que obre así con tanto entusiasmo desde los pocos triunfadores de las guerras ebook. Quizás si saltáis en el tiempo estéis de acuerdo conmigo: imaginaos en los ochenta, o aún en los 90, con un Kindle 3 o un sony wifi en las manos a un precio equivalente al actual en dinero constante. Qué sé yo, diría que no mucho más de 10.000 pelas. Imaginaos que pudierais llevar encima todos los libros que pudierais leer en años en 200 gramos y con una pantalla tan agradecida como es la última generación de eink (pearl).

Lo habríais flipado, ¿verdad?

Quizás habríais pagado más, si hubierais podido. En esos años en los que los libros gozaban de mucha más cuota de atención (a falta de competencia), el ereader habría sido objeto de deseo para muchos y niña de los ojos para quienes lo hubieran podido pagar.

Pero hoy no lo es. Es un hecho, como demuestra no sólo su precio sino también su visibilidad y atractivo social. Será raro, raro, muy raro, que alguien vacile de ereader en nuestros días. De hecho, o mucho me equivoco o nunca lo ha sido, al menos desde 2007. Porque aunque en 2007 no había tablets ni otros productos tecnológicos realmente fashionables (a la escala actual, no), ya había contenidos en tales cantidades y variedades como ahora, compitiendo con éxito por nuestra atención y tiempo.

El precio actual de los ereaders es sólo consecuencia. No es malo en sí mismo (¡claro que no!) pero en esta sociedad de consumo que mide cada objeto por su deseabilidad expresada en euros o dólares, que un dispositivo tan MARAVILLOSO como un ereader cueste tan poco nos muestra sin duda alguna el valor social del libro y la lectura.

No es malo, ojo. Ante todo, es. Pero no es malo que no esté de moda y que se dé por supuesto. Los autores podemos llegar a más público que nunca, los lectores podemos leer exactamente lo que queramos y los editores pueden abordar proyectos que antes habrían dado miedo si no se hubieran disparado con pólvora del rey.

Alguien puede sentirse intimidado por estar lejos de las modas más visibles. A mí me produce tranquilidad y sosiego, como a los elois de demolition man. El ereader puede ser una commodity, y el libro sólo un contenido entre muchos, pero la falta de presión de la moda puede hacer a uno y a otro más agradecido y completo que nunca.

1 comentario:

  1. Commodity es "productos básicos" o "materias primas". Estoy de acuerdo en que estas dos traducciones no capturan el significado del original (tanto da el origen o las características, se paga al peso). Yo suelo decir commodity cuando sé que me entienden, lo malo es que luego empiezas a formar verbos como comoditización, costumbre esta de formar verbos alegremente muy poco española.

    Fuente: http://www.fundeu.es/recomendaciones-C-commodities-en-espanol-materias-primas-o-productos-basicos-812.html

    Al menos has puesto commodity en cursiva, con lo que no es tan grave. Te pongo de penitencia que sigas a Fundeu en Twitter y te leas una recomendación suya al día.
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    Esto de utilizar (demasiados) anglicismos puede ser un síntoma de que igual te centras demasiado en el mercado estadounidense, como nos pasa a algunos, y te olvidas un poco de lo que está pasando aquí. De buen rollo lo digo, que la confianza da asco. Sí, el T1 de Sony ha bajado de 129 a 99 dólares en EE.UU. Pero aquí, en varios países europeos, ha subido de 150 a 200 €. http://www.lectoreselectronicos.com/showthread.php?11058-PRECIOS-DEL-T1-Subida-en-Espa%F1a-y-bajada-bestial-en-Estado-Unidos

    Vamos, un patadón en los huevos de Sony al consumidor europeo. No es que este maltrato sea novedad, pero es un caso especialmente doloroso. Supongo que se debe a que Sony quiere plantar cara a Amazon en su casa, intentando aumentar cuota de mercado allí mientras aquí hacen una retirada táctica. Vamos, que se llevan las unidades de vuelta a Yanquilandia para venderlas todas en navidad.

    PD: Yo vacilaba de ebook de 2006 a 2009, luego ya se fue haciendo más popular. Estuve un año antes de octubre de 2006 entrando religiosamente en Mobileread para ver si salía algún ebook con eink fuera de Japón hasta que importé un Sony PRS-500 desde EE.UU. Ay, qué tiempos.

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