sábado, febrero 26, 2011

Kindles en la india y lectura digital

Llevo demasiados días sin sacar no ya tiempo, sino cabeza, para escribir aquí. El libro ya está terminado y ahora queda la desagradecida tarea de revisión. Tengo la sensación de haberme exprimido la cabeza con el fabuloso pop'n'seal, que nos dio momentos tan brillantes e inmortales en la madrugada de "la tienda en casa" de principios de los 90.

Claro, que no sólo el libro tiene la culpa. Con días obscenamente primaverales y sin lluvia, las arizónicas están en una orgía reproductiva de máximos históricos y mi sistema inmune reacciona de forma acorde.

Sí, ya se que tenía que haber venido llorado de casa, pero nunca he sido demasiado bueno en eso de predicar con el ejemplo. En fin, a lo que iba, hace unos días leí un interesante relato de una experiencia de un friki viendo tigres en la india: No enviéis PCs al mundo en vías de desarrollo, enviad Kindles. De iPads no habla.

El tipo nos viene a contar la reacción que tuvo la gente de una remota aldea de la india cuando pudieron ver el Kindle. En si mismo, no es un relato particularmente brillante, salvo por la sordidez sincera de dudar si les regalaba o no el kindle a los maravillados aldeanos y decidirse por no hacerlo porque estaba leyendo una novela particularmente impactante. Sea como fuere, el relato me hizo recordar la versión previa del OLPC, el interesantísimo antepasado de todos los netbooks, y la versión "actual", que supuestamente vendrá a la moda, sin teclado.

Yo creo que se puede definir la cuestión de forma negativa: de lo que no se trata es de epatar: ni a los niños, ni sus padres, ni a los maestros, ni a los políticos (aunque, en honor a la verdad, lo que realmente le va a poner al político es una coima como Dios quiere y manda). No se trata ni de impresionar con el cambio tamaño de fuente o el text-to-voice, claro, pero tampoco con el wooooosh háptico de las animaciones del iPad cuando pasas de página, o de la excelsa comodidad del teclado virtual en pantalla. De lo que se trata es de dar un servicio lo suficientemente bueno a los chicos como para que se justifique una inversión tan considerable.

Más que con el anecdotario, me quedo con el título del post que comentaba sobre el friki en la India: no enviéis PC. O más cerca, pensaos si realmente merece la pena invertir en PCs, portátiles o, ahora, tabletos. Justificadlo varias veces, y luego volvedlo a pensar. No se trata sólo de la inversión, sino siquiera que los dispositivos empleados sirvan a las necesidades educativas verdaderamente esenciales y críticas.

Quien haya seguido este blog un mínimo de tiempo sobre la que no corra el más mínimo riesgo de caer en la tecnofobia. Por eso me siento en libertad de volver a cuestionar, una vez más, lo que cada vez me temo más que es una tecnofilia mal entendida. Pensando no ya en el pasado o en el presente, que no tienen remedio, sino en el futuro, me pregunto si para una escuela india o española sería mejor un kindle o un tableto.

Ya he comentado en ocasiones anteriores mi preocupación por el impacto de las pantallas retroiluminadas en la vista de personas en edad de crecimiento. Esto ya de por sí es un poderoso factor en pro de un ereader, pero no nos podemos quedar aquí. Es todavía más esencial qué es lo que se va hacer con el aparato.

Se mire como se mire, un portátil o tableto no pueden sustituir al libro de texto tradicional en igualdad de condiciones, principalmente por cansancio visual pero también porque estamos lejos de ofrecer una solución verdaderamente apta para el trabajo con textos que mejore lo que se puede hacer con un libro de papel y un portaminas. El kindle incorpora una serie de soluciones sencillas y eficientes, pero no estoy seguro de que se las pueda definir como óptimas. La velocidad del dispositivo es tal que no permite un trabajo lo suficientemente rápido con un volumen muy elevado de notas y fragmentos subrayados de texto. No es del todo cómodo el salto diagonal o de rana entre fragmentos de texto cuando necesitas trabajar una serie de ideas que no están dispuestas de manera consecutiva.

En cualquier caso, creo que la mejor definición del kindle como herramienta de trabajo sería un buen comienzo. Incorpora las soluciones imprescindibles que hasta ahora otros no han introducido, o han introducido de forma abyecta (como, p.e., subrayar o anotar por medio de un lápiz, de manera que se queda como una imagen bitmap que no es recuperable ni reutilizable). Para mí esta resultando una herramienta cada vez más productiva, en tanto que me ayuda para trabajar con textos ajenos y, sobre todo, para repasar mis propios textos. Me imagino que no sería igualmente productiva para un estudiante joven que tiene unas necesidades diferentes y, sobre todo, menos práctica a la hora de trabajar con textos.

Por una parte, ya sabemos que la solución definitiva para este problema pasaría por un señor tablet, por un dispositivo con pantalla sin retroiluminar y con más potencia de cálculo que, aunque sacrificara parcialmente la autonomía, ofreciera a cambio una interactividad mucho mayor y en tiempo real. Por otra, he conectado este buen comienzo del kindle con etapas más avanzadas en la evolución de las herramientas digitales al servicio del trabajo con textos y el estudio. Lo bueno es que no hay que ponerse imaginar en plan Minority Report, sino que podemos probar las primeras versiones.


Libertexto es una extensión para Firefox destinada al estudio. Se trata de un proyecto concebido y liderado por mi amigo Rafael Ibáñez Molinero. Miguel Calvillo ha posteado una magnífica review del producto con lo que os remito a ella y a la página del proyecto para profundizar. La idea es sencilla pero tremenda: el trabajo con textos ha sido, desde siempre, glosar y subrayar, y lo que hace el producto es permitir una operación cómoda en un ordenador, tanto con documentos HTML como con PDF, permitiendo que nuestro trabajo con los textos quede bien organizado y exportando dicha organización un esquema en diagramación irradiante utilizando Freemind.

Si Libertexto se utilizara en un Señor Tablet con pantalla Mirasol, Pixel Qi o Liquavista, se trataría de un salto revolucionario con respecto a las herramientas hoy por hoy existentes. Aún si la pantalla fuera estándar, retroiluminada, tendría la ventaja de que permitiría un mejor aprovechamiento de los equipos ya adquiridos. Lo más importante, en cualquier caso, es que se trata de repensar los procesos que implica el trabajo con textos, y que se hace libres de ataduras con la literalidad del texto analógico.

Si pongo lado a lado el //texto enriquecido// (que no es sino el zombie disfrazado del multimedia de los 90), y libertexto o sus futuros descendientes, no hay color. Lo primero es un absurdo, una solución patética en busca de un problema inexistente. Lo segundo es el salto necesario, del que sólo me cabe dudar cuando se llevará a cabo de forma generalizada.

1 comentario:

  1. Picha-cuñao, los anotadores de PDF existen de toda la vida. El iPad tiene al menos dos, y de escritorio hay un porrón (pagando), todo ellos con soporte estándar, que te muestran las anotaciones en una ventana especial etc...

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